Cuando era
niño leí un libro de historias acerca de un juez famoso en el Japón del siglo
XVIII, llamado Ooka Tadasuke. Uno de los casos que atendió fue presentado por
el propietario de un restaurante. Un estudiante pobre que solo podía comprar
arroz estaba comiéndolo mientras disfrutaba de un delicioso olor procedente del
restaurante. El propietario quería que el estudiante pagara por los olores que
estaba disfrutando. ¡El estudiante estaba robando sus olores!
Esta historia
me viene a la mente cuando oigo a la RIAA y la MPAA acusar a la gente de robar
música y películas.
Suena
ridículo para nosotros tratar los olores como propiedad. Pero puedo imaginar
escenarios en los que se podría cobrar por los olores. Imagina que estuviéramos
viviendo en una base lunar, donde tenemos que comprar el aire por litro. Puedo
imaginar proveedores de aire agregando olores por un precio adicional.
La razón
por la que parece ridículo tratar los olores como propiedad es que no
funcionaría. Sin embargo, sí lo haría si estuviéramos en una base lunar.
Lo que
cuenta como propiedad depende de lo que funcione ser tratado como propiedad. Y
eso no sólo puede ser cobrado, también cambiado. Los seres humanos siempre
(para alguna definición de humanos y siempre) han tratado los objetos pequeños
que lleva cada persona como de su propiedad. Sin embargo, los
cazadores-recolectores no tratan la tierra, por ejemplo, como propiedad de la
manera en que lo hacemos. [1]
La razón
por la que mucha gente piensa que la propiedad tiene una definición única e
inmutable, es porque su definición cambia muy lentamente. [2] Sin embargo,
ahora estamos en medio de un cambio. Los sellos discográficos y los estudios
cinematográficos acostumbraban distribuir lo que creaban, como si fuera aire
enviado a través de tubos a una base lunar. Pero con la llegada de las redes,
es como si nos hubiéramos mudado a un planeta con una atmósfera respirable.
Ahora los datos se mueven como si fueran olores. Y a debido a combinación de
idealismo y codicia a corto plazo, los sellos discográficos y los estudios se
han puesto en la posición del dueño del restaurante, acusándonos a todos de
robar sus olores.
(La razón
por la que digo avaricia a corto plazo es porque el problema de fondo con los
sellos discográficos y los estudios, es que las personas que los dirigen son impulsadas
por las bonificaciones en lugar de la equidad. Si ellos fueran motivados
por la equidad estarían buscando la manera de aprovechar el cambio
tecnológico, en lugar de combatirlo. Pero construir nuevas cosas lleva
demasiado tiempo. Sus primas dependen de los ingresos de este año, y la mejor
manera de aumentarlos es extraer más dinero de las cosas que ya hacen.)
Así que
¿qué significa esto? ¿No debería la gente cobrar por el contenido? No hay una
respuesta simple de un sí o un no a esta pregunta. La gente debería ser capaz
de cobrar por el contenido cuando funciona cobrar por este.
Pero por
"funcionar" me refiero a algo más sutil que "cuando pueden
salirse con la suya." Me refiero a cuando la gente puede cobrar por el
contenido sin deformar la sociedad con el fin de hacerlo. Después de todo, las
compañías que venden olores en la base lunar podrían continuar vendiéndolos en
la Tierra, si hacen cabildeo exitoso por leyes que exijan a todos a continuar
respirando a través de tubos aquí en la Tierra también, a pesar de que ya no lo
necesitamos.
Las medidas
legales locas que los sellos discográficos y los estudios han estado tomando
tienen mucho de ese sabor. Los periódicos y las revistas están acabados, pero
por lo menos están en decadencia con elegancia. La RIAA y la MPAA nos harían
respirar a través de los tubos si pudieran.
En última
instancia todo se reduce al sentido común. Cuando abusando del sistema legal
tratas de utilizar demandas masivas contra personas elegidas al azar como una
forma de castigo ejemplar, o haciendo cabildeo por leyes que violan Internet si
son aprobadas, es una evidencia ipso facto de que estás utilizando una
definición de propiedad que no funciona.
Aquí es
donde es útil contar con democracias que funcionen y varios países soberanos.
Si el mundo tuviera un solo gobierno autocrático, los sellos discográficos y
los estudios de leyes podrían comprar la definición de propiedad que quisieran.
Pero afortunadamente, todavía hay algunos países que no son colonias de
derechos de autor de los EE.UU., e incluso en los EE.UU., los políticos todavía
parecen tener miedo de los votantes reales, en una cantidad suficiente. [3]
La gente
que dirige los EE.UU. puede no gustarle cuando los votantes u otros países se
niegan a plegarse a su voluntad, pero en última instancia, es nuestro interés el
que no haya un único punto para atacar a las personas que tratan de torcer la
ley para servir a sus propios intereses. La propiedad privada es una idea
extremadamente útil –sin duda uno de los mayores inventos. Hasta ahora, cada
nueva definición de esta nos ha traído una mayor riqueza material. [4] Parece
razonable suponer que la más reciente también lo hará. Sería un desastre si
todos tuviéramos que seguir manteniendo una versión obsoleta sólo por unos
pocos poderosos eran demasiado perezosos para actualizarse.
Notas
[1] Si
desea aprender más acerca de cazadores-recolectores recomiendo el libro de
Elizabeth Marshall The Harmless People and The Old Way (Thomas Las Personas
Inofensivas Y La Manera Antigua).
[2] El
cambio en la definición de propiedad está impulsado principalmente por el
progreso tecnológico, sin embargo, y dado que los avances tecnológicos se están
acelerando, presumiblemente también lo hará el ritmo de cambio en la definición
de la propiedad. Lo que significa que es aún más importante para las sociedades
a ser capaces de responder adecuadamente a esos cambios, porque vendrán a un
ritmo cada vez mayor.
[3] Hasta
donde yo sé, el término "colonia de los derechos de autor" fue
utilizado por primera vez por Javier Peterson.
[4] El
estado de la tecnología no es simplemente una función de la definición de la
propiedad. Cada uno limita al otro. Pero siendo así, no puedes meterte con la
definición de propiedad sin afectar (y probablemente perjudicando) el estado de
la tecnología. La historia de la URSS ofrece un claro ejemplo de ello.
Gracias a
Sam Altman y Geoff Ralston por leer los borradores de este artículo.
Original source: http://www.paulgraham.com/property.html
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